Recientemente
nuestro país, México, ha tenido que sufrir a nivel de salud las consecuencias
de la epidemia del virus de la nueva gripe AH1N1, sin embargo a estas alturas,
el fenómeno no tiene máximas consecuencia en el rubro vital, la resaca que
queda es la cuestión psicológica, social y moral.
En anteriores ocasiones he comentado la
importancia de la creatividad en la crisis e incluso subí una pequeña encuesta
que nos proporcionó el dato de que para la mayoría de los encuestados es más
importante el recurso personal en la crisis.
Lo cual me da pie para comentar lo siguiente: el
deterioro psicológico, social y moral repercute en
diferentes campos de la humanidad, me voy ahora de lo glocal a lo global.
Ya no es una consecuencia de la contingencia de
salud, es una consecuencia de la falta de recursos psicológicos personales de algunas personas para
ser felices, dejar de disminuir al otro y aplastar al que se deje.
La persona que tiene poder y nunca lo había
tenido, abusara de sus apoderados; el que no tiene autoestima y de pronto puede
confirmarla haciendo menos a otro, lo hace porque es la forma destructiva en la
que se puede sentir mejor. Aquí es donde entra la visión positiva de
esta "creativa multifacética" que escribe, ¿qué hacer ante tal
falsedad?, ser más feliz.
Aunque el pobre de recursos, debemos ver la
"ventaja" dentro de las desventaja, siempre hay alguien arriba de ti,
y por más independiente y adinerado que seas, siempre será así. TU VENTAJA...
eres más listo, más bello y lo más importante... MAS FELIZ, porque no necesitas
ser "así".
Ahora bien, hablemos pues de la "desventaja social y moral" la corrupción aceptada, la violencia y agresión la
vivimos día a día, a razón del inicio de mi discurso, no es solo que los
mexicanos suframos ahora de discriminación por el virus en cuestión es que del
macro al micro, NO hay recursos personales.
El que "transa" (como le decimos en
México al corrupto) el que "agandalla" (mas expresiones mexicanas
para describir al abusador) no se quiere, no es feliz, pero además no tiene
recursos sociales, ni morales.
Solo aquel que reconoce el valor de la dignidad de
la persona, cuida a sus empleados, ama a su familia, comparte con sus hermanos
o por lo menos respeta a sus vecinos, solo aquel que sabe que "ser buena
persona" no es un virus destructivo, lo intenta contagiar y derrama en
cada uno de sus actos, una sonrisa, y entonces al que lo aplasta lo ignora, no
lo agrede; al que se siente superior, le desea que sea feliz algún día y al que
es feliz lo ama, lo hace su amigo, su hermano o su familia.
Entonces pues, seamos felices, es la clave contra
la contingencia contemporánea de desprestigio y deterioro humano, tengamos
esperanza, amemos y aportemos, desde donde se pueda, "un granito de
arena" de paz.
Una persona sabia debe reconocer donde hay una
cuestión de valor aún más importante que la misma impunidad, ante la cual,
desde su "área de influencia" no puede hacer nada y ceder ante un mal
menor, por un bien mayor. Dejémoslo todo a la prudencia de la vida misma.